jueves, 13 de septiembre de 2012

Amanece

Hace tiempo que se marchó agosto y ya en septiembre no hay más remedio que aceptar que el verano se fue.
Me cuesta admitirlo, no quiero decirle adiós a este calor poco menos que insufrible, a esos días en la playa de tranquilidad interrumpida, a esa caótica sensación de perder la noción del día en el que vivo y por encima de esto a tener todo el tiempo del mundo para pasarlo con vosotros.
Aunque se me haga duro despedirme de estos meses, por lo menos puedo decir que me llevo mucho de este verano. Y es que por fin he perdido esa fobia incontrolada a los cambios, esa manía perjudicial de dar importancia de más a las cosas y esa sensación fatídica para mi salud de no creer conocerme.
Amanece ahora una nueva etapa, que lleva como bandera la idea de que incluso el caos más terrible puede llegar a ser perfectamente dulce.

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