sábado, 13 de octubre de 2012

Se hizo vena.

Hablo de despedidas, de atardeceres truncados y de amaneceres finitos. De todo lo que mi alma robo en complicidad con tu ombligo aquellas noches.

Escondida estás desde entonces, esperando que te encuentre, entre esas tonterías de la vida que marcaban duramente tu forma de ser; mojandote en la lluvia, llorando de alegría, perfumando tu cuarto o intentando limpiar con afán a los cristales que rodean al cielo.

Desaparecerá por fin esa idiotez de hablar de de despedidas, para hacerlo por fin, de re recuentros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario